26 noviembre 2005

La motivación.


Tres hombres están trabajando en la construcción de un edificio. Un observador externo se dirige a ellos y les pregunta '¿qué están ustedes haciendo?'.

El primero, casi sin inmutarse, le responde: 'Aquí estoy poniendo ladrillos'.

El segundo, levantando la cabeza y dejando a un lado por un momento su actividad, le comenta: 'Estamos construyendo un muro'.

El tercero, orgulloso de su trabajo, afirma: 'Construimos la iglesia de mi pueblo'.

¿Y tu qué haces?

26 octubre 2005

Vídeos grabados en el interior de un huracán

Este año ha sido uno de los más activos en cuanto a huracanes. Tal vez sea por el calentamiento del planeta. Qué curioso, a quien más afecta es a uno de los países que más CO2 emite y sigue negándose a firmar el Protocolo de Kioto.

La verdad es que los vídeos a mi me han impresionado... ver la velocidad y fuerza del viento, junto con el estremecedor sonido en algunos casos.

http://www.ultimatechase.com/Hurricane_Video.htm

Y si sabéis inglés, podéis leer el relato documentado, con vídeo y fotos, de alguien que fué sorprendido en medio del mar y vivió el paso del huracán Marty en un barco. Le pasó el ojo por encima.

http://www.tmishop.com/Marty.htm

24 octubre 2005

Reflexión sin final

Existen dos tipos de universo, ambos paralelos, que nos acompañan cada segundo de nuestras vidas: uno tangible, al que todos conocemos como "la vida real" y otro intangible que sería el "mundo de los sentimientos". Son completamente diferentes, y además lo son no del mismo modo para cada persona. Por poner algunos ejemplos:

Vamos a comparar la distancia en ambos universos y dos personas: imaginemos que Pedro y Pablo están tomando un café juntos en el mismo bar, y una tercera persona, llamada Juan está a 100 metros de ellos. Eso es así para ambos en la vida real: 100 metros son 100 metros para todos, pero en cuanto a sentimientos, Juan puede encontrarse a más de mil kilómetros de Pedro, y sin embargo, estar a sólo unos centímetros de Pablo. Si comparamos el tiempo: aunque pasen exactamente 5 minutos para cualquier persona en la vida real, éste puede alargarse o encogerse a capricho de nuestros sentimientos, y pueden convertirse en 1 segundo, o 5 años para otra persona. Y podríamos seguir encontrando diferencias en los sonidos, los tamaños, las riquezas de cada uno, en lo profundo o superficial, en la felicidad e incluso la vida o la muerte.

Entonces, al existir dos universos, vemos que existen cualidades compartidas en ambos: la riqueza, la distancia, la temperatura, el tamaño, la vista, el oído, el tacto... Por ejemplo: hay dos tipos de riqueza, la de la vida real y la de los sentimientos. Otro ejemplo: hay dos tipos de sensaciones térmicas, el calor real y el calor de sentimientos. Otro ejemplo: alguien con una gran vista en el mundo real, puede estar completamente ciego en el mundo de los sentimientos.

Pero ¿cuál de los dos universos es el realmente importante para tí? ¿cuál es la verdadera distancia que te preocupa? ¿prefieres estar físicamente cerca de mucha gente, aunque sientas que estás a kilómetros de ellos? ¿cuál de ambos universos te hace realmente feliz? Y aquí es donde entra la escala de valores, esa que se construye y reconstruye cada uno a lo largo de su vida. Tal vez alcanzar la felicidad sea el común denominador para todos nosotros, ya sea en un mundo o en otro. O tal vez no.

Aunque parezca un poco simplista, el mundo quedaría dividido en una amplia escala de grises: de la persona más materialista y sin sentimientos, a la más sentimental y menos materialista. Unos prefieren un dolar, y otros prefieren un beso. Y además, como el tiempo pasa, y de las experiencias vividas vamos reconstruyendo nuestra escala de valores, los materialistas pueden dejar de serlo y viceversa, ya sea de modo puntual o de un modo más duradero, y según en qué aspectos.

Esta dualidad de universos puede provocar que surgan todo tipo de contradicciones a lo largo de nuestras vidas. Somos humanos, necesitamos comer, y un beso no quita el hambre. Tal vez alguien muy sentimental pueda cometer un robo puntual para poder llevarse algo de comer a la boca. O tal vez no. Posiblemente si vemos a un pobre pidiendo por la calle y vayamos a darle un abrazo nos mande a tomar por culo. O tal vez no.

Creo que rara vez se puede ser feliz en los dos a la vez. O te hace feliz ser multimillonario en un universo o te hace feliz ser multimillonario en el otro. Aunque lo ideal sería ser rico en ambos. ¿Pero estaríamos ante una contradicción? ¿la riqueza de un universo no se logra a costa de la riqueza en el otro? A lo mejor si viviéramos 1000 años podríamos alcanzar ambas, pero en 80 años de vida, creo que debemos decidir en qué universo queremos tener nuestra cuenta corriente.

Creo que la gran mayoría de nosotros, por su cultura, por la sociedad en la que vive, por ser el sistema establecido, o por lo que sea, prefiere ganar dinero en la cuenta de la vida real, de lo tangible, y hacer pequeñas "donaciones limpia-conciencias" a la otra cuenta: la intangible, la del universo de los sentimientos. ¿Pero hay dinero en el mundo intangible? ¿Cómo se hacen esas "donaciones limpia-conciencias"? Pues haciendo por los demás lo que nos gustaría que hicieran por nosotros, y tratando a los demás como si fueramos nosotros mismos. Además el mismo acto tiene diferentes valores: no es lo mismo hacer algo por un amigo íntimo, que hacer eso mismo por un desconocido. Ésto último es mucho más valioso.

Creo que cada día más, prima conseguir dinero, estatus social, y cuerpos de top-model frente a conseguir "el otro dinero", y "corazones top-model". El mundo se vuelve cada vez más agresivo, y cada uno se crea murallas cada vez más infranqueables y resistentes a la agresividad del entorno. Tendemos al individualismo... y no vemos que precisamente así somos más fáciles de manipular. "Divide y vencerás" decía un estratega romano. Como el burro que va detrás de la zanahoria, las ciudades serán colmenas de marionetas cubiertas de oro y rodeados de ricos manjares, apilados unos con otros, máquinas de consumo, tan cerca de todos, tan lejos de alguien... Pero ¿por qué sigo siguiendo a la zanahoria?